Lo que he venido haciendo en mi trabajo artístico no es más que buscar una forma de interpretación sutil y elevada de la experiencia de vivir la vida. En un sentido profundo de manifestación de ésta en el soporte abierto. Fruto de un trabajo espiritual personal, he ido ahondando en multiplicidad de experiencias que han desembocado en percepciones íntimas de conciencia y de pertenencia a la Tierra y a un mundo universal magnífico, mágico y divino. . .
Desde el precoz acuarelista figurativo antofagastino, hasta el integrador de hoy, siempre he querido plazmar de alguna forma clara, los gestos más sublimes y esenciales con una carga emocional positiva -a veces evidente- que equilibren energéticamente la percepción desequilibrada imperante del mundo de hoy. Expresando los gestos a través de sentimientos francos. Espontáneos. Puros.
Así, de esta forma, me obligo a eliminar la posibilidad de dejar una señal mía fraudulenta en los soportes. Éstos, en definitiva, registran la metáfora sustentadora de mi experiencia y trazado en la vida terrenal. Comprehendiendo - eso sí, hoy- que es una existencia infinita y múltiple. De ahí que mis obras son una parte de un Todo con mayúsculas. Una psinécgdoque. Una pnetonimia del Universo mayor. A veces agobiante, otras veces en plena armonía.
Ya no creo que el ser humano sea una entidad plana que nace, crece, almacena información, se empareja, se reproduce, metaboliza y muere.
Creo, entonces, en una existencia multidimensional, donde los niveles de conciencia tengan la posibilidad (y derecho) de integrarse, sólo en función de un trabajo interno serio. Primero con uno mismo, luego con la Tierra y después con el Universo en plenitud.
Creo en el amor como el único motor y vehículo de este crecimiento humano, como energía y sinergia de la evolución hacia planos superiores de existencia. Creo en los seres que abrazaron un ideal y lo sostuvieron hasta la muerte. Ramtha,Budha, Jesús, Leonardo Da Vinci, Napoleón, Luther King, Kennedy, Gandhi, Madre Teresa, etc, etc.
Nunca me ha importado que esos ideales se traduzcan en algún nivel de ¨exito¨, como elemento constitutivo de una felicidad engañosa. Creo que todos los procesos que reivindican el Amor (con mayúsculas), como móvil de vida son los únicos válidos para desarrollar un Arte-Mayor.
Así, en forma opuesta, me he ido alejando lentamente de todo lo que se construye en la evanescencia del intelecto puro y en el ego administrador de estructuras que devoran al Arte-Mayor o al Arte proveniente de la profundidad conciente o inconciente del espíritu.
Desconfío de intelectuales y de los denostadores de La Belleza. Creo más en un niño que juega a construir ¨su ciudad¨ que en un ¨instalador¨ que se instala a sí mismo (salvo, y sólo tal vez, Leppe), disfrazándose de artista y disfrazando una falta de talento.
Creo en la Madre Tierra como espíritu contenedor de la elevada magia existencial del ser humano. De los pigmentos que nos facilita y con los que nos expresamos.
Creo en un humano unido que trabaja para elevar la conciencia del hombre y de la Tierra. Creo en el ser humano experimentador de límites en su propia vida. En los guerreros que murienron con sus ideales en su boca o en una espada. En los seres de luz que nos acompañan en nuestra experiencia terrenal y creo en las comprehensiones abstractas e interpretaciones que nos ofrece la vida, en sus múltiples expresiones y manifestaciones que se nos disponen para maravillarnos con ella misma. Creo en los velos del pasado y del futuro traducido a un eterno presente. .
Creo en Co-Crear todo ésto
H.A.P. (2005)
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